7 de març 2012

Crítica a Any de Gràcia

[Publicada a Tu peli (13/02/2012)]

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Un chico se levanta, alterado. Lleva prisa, tiene que coger el tren en breve y dispone del tiempo justo para vestirse, hacer la maleta, y salir. Llega a la estación de La Garriga, apurado, y afortunadamente el tren aún espera. Parte, y después de un largo rato contemplando el paisaje se baja en Plaça Catalunya, centro de Barcelona. Acto seguido, y cargando con la maleta, toma el metro hasta Fontana, parada del que será su barrio, Gràcia. Allí vivirá mientras estudia la recién empezada carrera de Bellas Artes, y allí comenzarán también las vivencias que describe el nuevo film de Ventura Pons, Any de Gràcia, una comedia más bien ligera que homenajea el barrio barcelonés y cuenta, en clave humorística, la dificultosa adaptación del joven protagonista (Àlex Maruny) a la vida en la capital catalana, que devendrá todavía más difícil por su forzosa convivencia con Gràcia, una mujer mayor tan excéntrica como quisquillosa, y notablemente interpretada por Rosa Maria Sardà.

La película quiere ser un fresco simpático y costumbrista de la vida en el famoso barrio desde una óptica ajena pero no foránea, y se sirve de un chico de pueblo recién llegado y una anfitriona malhumorada y huraña para ello, resultando con todo un cuadro más bien vago y desdibujado de relaciones y modus vivendi. Ni una cosa ni otra, la Barcelona de Pons es tan vacua como la historia de sus protagonistas, relato por todos conocido del encuentro entre dos personas aparentemente antónimas, que resultan al fin simbióticas. La cotidianeidad que trazan Pons i el resto de guionistas, Jaume Cuspinera y Carme Morell, presuntamente tragicómica y de desenfadado desarrollo, carece de sustancia o ingenio suficientes para sobreponerse a su condición de dejà vu. No hay más aliciente en todo ello que las actuaciones de las veteranas Rosa Maria Sardà y Amparo Moreno, actrices de referencia y embajadoras perfectas de la ciudad de Barcelona. Cabe destacar también la agraciada banda sonora, buenos registros que se acoplan naturalmente a la trama.

Con todo, y aún sus gratos aciertos, podríamos calificar a Any de Gràcia como a una obra de categoría peso pluma, susceptible a la más irrisoria ventisca para volar dirección olvido, cine de segunda división no por presupuesto más por diminuta ambición. La ciudad de Ventura Pons se asemeja a la de Woody Allen; es la otra cara de un retrato carente de frescura, la Barcelona más desaliñada, que se nutre tan solo de su sinfonía de gags sin chicha, satisfechos con su propia intrascendencia.

Lo mejor: Rosa Maria Sardà y Amparo Moreno.

Lo peor: el pueblerinismo impostado y la Barcelona más insípida.

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