4 de juny 2012

Crónicas desde el Atlántida (I)

[Publicat a Tu peli (20/03/2012)]

El festival

Nos adelantaba el director del Atlántida Film Fest, Jaume Ripoll, en la presentación, que la principal temática de éste sería la juventud actual, generación perdida de mujeres y hombres de la veintena a la treintena que sufre en estos tiempos, y especialmente, de una crisis que todo lo contamina y que trunca perspectivas, esperanzas, proyectos incipientes y cualquier atisbo de consolidación en las estructuras sociales del presente. Pues bien, da la sensación, después del primer tanteo fílmico de las propuestas del evento, que la selección de films ha sido escrupulosa en ese sentido, rigurosamente confeccionada para representar esta realidad en tanto que compendio de impresiones variopinto pero coherente.

Veintiseis títulos constituyen el festival, tocando esta temática desde diversas ópticas, divididos en dos secciones de doce y catorce películas. En primer lugar tenemos la Sección Oficial, conformada por interesantes obras de habla hispana como Terrados, Lucía, Antes o Zona sur, y en segundo lugar encontramos la Sección Atlas, un repaso a algunos de los largometrajes más interesantes del ámbito internacional de tendencias más bien independientes e indies. Obras como la americana Bellflower o la danesa Everything Will Be Fine –que tuvimos la oportunidad de ver en el Festival de Sitges–, la iraní The Green Wave, o la australiana Toomelah forman parte de esta sugerente selección de joyas que todos los internautas están en disposición de ver desde el pasado 4 de abril hasta medianoche del 4 de mayo a través de la página web organizadora, Filmin.es.

Así es que echándole un vistazo al catálogo de este año, al que se suman la película de inauguración Alps, de Yorgos Lanthimos, y la de clausura, la celebrada producción británica Submarine, podemos constatar rápidamente el notable crecimiento mediático del certamen, que además de estrenar la obra de Lanthimos una semana antes que las salas españolas, cuenta con un jurado a la altura con Kike Maíllo, Àngel Sala, Violeta Kovacksis y Mónica Carmona. No se quedan atrás los premios; distribución y exhibición en salas de cine de las obras ganadoras de la mano de Golem, y de Cameo y Avalon en su edición en DVD.

Algunas películas

El Atlántida Film Fest empezaba con uno de los platos fuertes, la griega Alps, de Yorgos Lanthimos. La de Lanthimos es una obra más interesante que redonda, digna aunque algo decepcionante sucesora de la excepcional Canino, largometraje ganador del premio Un cértain regard en Cannes 2009 que cautivaba por su fortísima personalidad. Aquí, el director heleno prosigue con su particular y desangelada descripción de retorcidos comportamientos humanos hablando sobre una suerte de agencia especializada en substituir a personas fallecidas imitando sus roles y día a día, contratados por los allegados del difunto, y los entresijos y mella psicológica que todo ello supone. Esta singular nueva incursión de Lanthimos tiene, no obstante, un problema de raíz que su anterior obra había conseguido ahuyentar, un lunar que lastra esa paradoja que anteriormente le había funcionado tan bien: hacer creíble lo increíble. En efecto, es la misma premisa, el punto de partida, donde la brecha entre realidad y ficción se abre en exceso, resultando después irreparable. Pero tan indigesta es esta pretensión de realidad como digerible la tragicomedia que Lanthimos domina a la perfección. Humor negro y sutil se inmiscuye entre líneas de un drama calmo y glacial, de puntuales arrebatos violentos y ataques de insania que conforman un conjunto irregular pero destacable de un director con muchas tablas, maestro del cine en potencia.


Mucho más terrenales son (casi todas) las propuestas españolas del certamen, adscritas a la principal temática del Atlántida. Amanecidos, Puzzled Love, Terrados y Un mundo cuadrado se lanzan de lleno en discursos de juventud y sus inherentes crisis, propias o ajenas, y desarrollan historias muy diversas sobre este principal eje. Yonay Boix y Pol Aregall dirigen Amanecidos, una película sin ninguna estructura narrativa determinada que ellos mismos definen diáfanamente al principio de ésta; «cosas que les pasan a unos amigos escogidas al azar». Experiencias de diversas índoles discurren por la pantalla para mayor o menor interés del público, que encuentra en ella una propuesta no falta de gracia pero quizás sí de gancho. Amanecidos es un ejercicio de estilo que retrata con agudeza y conocimiento de causa, un documento audiovisual íntimo de lo que podría ser un grupo de amigos cualquiera, souvenir personal de juventud de desigual interés, como quien pasa páginas de un álbum de fotos ajeno.

Más cercana, por las circunstancias que describe, es la ópera prima de Demian Sabini, que dirige, actúa y escribe esta curiosa cinta, Lunes al sol revisados y actualizados. Sabini narra metamorfosis personales en tiempos de metamorfosis globales, la crisis y sus escalas, centrándose en un grupo de amigos en paro que pasa los días en terrados barceloneses tomando el sol, hablando y bebiendo. Terrados es una película sencilla donde las haya, crónica de un desempleado treintañero perdido en un mar desconocido del que no sabe cómo salir. La indecisión y la angustia sosegada de quien no sabe hacia dónde nadar se palpan aquí perfectamente sin caer en discursos sensacionalistas, de forma natural. Otro extravío, de óptica más peliculera y en otro contexto, cuenta Un mundo cuadrado, segundo largometraje del director andaluz Álvaro Begines después del musical ¿Por qué se frotan las patitas?. La de Begines es una obra austera, entretenimiento ibérico sin excesivas ínfulas de mensaje positivo y solvente factura que habla de un pueblo rural de la Andalucía interior y el malsano microclima que allí predomina. La película es el relato de una rebelión, alzamiento en miniatura de un grupo de jóvenes inconformes que, de perdidos al río, deciden romper con dinámicas enquistadas e injusticias conocidas pero nunca denunciadas formando una guerrilla de pueblo. El resultado es un film entretenido, ni tan cuadrado ni tan redondo, al que le falta pulirse y redondear algunas aristas aunque nada en él estorba ni daña el conjunto


Y con esas que, entre todas, aparece Crebinsky, pirada propuesta sobre nazis, americanos, y dos hermanos de descendencia ruso-española perdidos en la agreste Galicia, preludio rocambolesco y alocado del desembarco de Normandía. Por lo absurdo del planteamiento y las pocas luces del dúo protagonista, Crebinsky podría haber sido una Dos tontos muy tontos y el azote de la brisa atlántica, pero no. La ópera prima de Enrique Otero –quien ya había firmado en 2002 el cortometraje en el que se basa, Os Crebinsky– sale triunfante en la difícil misión de hacer de lo irreverente interesante, realismo mágico campestre y desenfadado que cuenta, además, con la inestimable baza Luís Tosar en el papel de comandante americano.

Aún hay más

La sección Atlas nacía y ampliaba este año las miras respecto a la primera edición, con trabajos relevantes de los cinco continentes y especial atención en el indie anglosajón. Uno de ellos es Bellflower, singularísima película –Premio Joven en el Festival de Sitges y mejor película en el Festival de cine fantástico de Málaga– con dejes lynchianos sobre amores, apocalipsis, dudas existenciales y Mad Max. Evan Glodell rueda con pulso y carácter un thriller onírico en el que los personajes se mueven tan obnubilados como su trama, confusa y atmosférica como una Carretera Perdida a o un Mulholland Drive recién salidos del horno.
En otra cara del mismo país está The Myth of American Sleepover, algo así como “El mito de las fiestas pijama americanas”. La de David Robert Mitchell es una descripción de la adolescencia yanqui de carácter independiente y sutil sonrisa, lo que filmaría Larry Clark en un día de buen humor. Chicos y chicas comportándose como personajes de una película indie es lo que retrata esta película indie, claramente influenciada por el freakismo simpatiquillo de Spike Jonze, Michel Gondry, Diablo Cody, Jason Reitman y compañía, empeñados en hacer naturales comportamientos artificiales y adulterados. Por suerte, Mitchell se modera y sabe llevarlo todo con gracia a un terreno neutro, generando un cruce de historias intimista y creíble en el que ni el dramatismo ni la comicidad imponen su ley.

Y hasta aquí la primera entrega de las Crónicas desde la Atlántida. De momento, y haciendo balance, personalmente me quedaría con Terrados y Bellflower como las propuestas, por ahora, más atractivas del festival. Faltan muchas, algunas muy sugerentes, como las británicas Unmade Beds y Submarine, la boliviana Zona sur, la catalana Puzzled Love o la australiana Toomelah, y otras que seguro serán una grata sorpresa. En todo caso, ¡Seguiremos informando!

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