18 de juny 2012

Crónicas desde el Atlántida (III)

[Publicat a Tu peli (10/05/2012]

Y se vuelve a sumergir… hasta el año que viene

He aquí última entrega de las Crónicas desde la Atlántida, en la que repasaremos los títulos que faltaban por citar y reseñar de un festival que, como comentábamos el pasado artículo, ha dado un notable salto de calidad en esta segunda edición, con un catálogo más variopinto e internacional. Hablando en cifras, los resultados demuestran una grata acogida de un público que aumenta tanto como el interés y aceptación hacia un modelo de consumo de cine realista con los tiempos que corren y sostenible y justo con los creadores. Así es que casi veinte mil visionados se han registrado a lo largo del mes entre las veintiséis películas que ofrecía el Atlántida Film Fest, consolidando no sólo el festival sino también una forma de exhibición inexplicablemente marginada. Empezamos, pues, con los cuatro títulos que cierran la Sección Oficial, producciones hispanoamericanas que optaban al principal galardón y entre las que están, seguramente, los mejores films del festival.
Uno de ellos es, por su interés sociológico, el documental La Roca, que explica desde la óptica de sus habitantes la historia reciente de Gibraltar, monte de la discordia que ha suscitado tantos enfrentamientos en diferentes ámbitos, personales o nacionales, y que poco a poco se lame las heridas con la esperanza de que lleguen a cicatrizarse. El film, ganador del Festival de Sevilla 2011, tiene en su papel de interlocutor su mayor baza gracias a la meritoria neutralidad que el director, Raúl Santos, que opta por prescindir de inducciones o voces en off que coaccionen el criterio del espectador. Su aspecto visual resulta, en cambio, algo cargante por su barroquismo, y contrasta con la acertada sencillez narrativa con la que Santos reconstruye unos hechos históricos a menudo ninguneados.

Otra notable propuesta, la única del certamen con dirección femenina, es la adaptación de la novela de García Márquez Del amor y otros demonios. Hilda Hidalgo dirige esta producción costarriqueña con un estilo sobrio y bella fotografía de interiores, de luces tenues y naturales y espacios cerrados, enclaustrados como los mismos protagonistas, que encarnan la hechizante Eliza Triana y el actor catalán Pablo Derqui.

De carácter silente y lírico, este drama de época es una más que digna adaptación del Premio Nobel colombiano, siempre complejo de exportar a la gran pantalla. Y no nos movemos de Centroamérica para hablar de la curiosa Las marimbas del infierno, estimable rareza que mezcla folclore con vanguardia en un interesante cóctel de sabor agridulce. La película, dirigida por Julio Hernández Cordón, relata con un estilo casi documental el germen de un alocado proyecto de algo así como Black Metal con marimba, instrumento tradicional guatemalteco parecido a un xilofón. El experimento, más circunstancial que pretendido, avanza a duras penas como lo hacen los personajes, y Hernández Cordón lo conduce a modo naturalista, con la inherente carga dramática y buenas dosis de un humor casi tan negro como el metal de Las marimbas del infierno.

Por último, y cerrando ya la Sección Oficial, encontramos el drama argentino Antes, una alegoría de lo que fue y ya no es de la mano de un joven argentino y su precoz auge y decadencia, clara metáfora de la crisis argentina de finales de siglo veinte. Su vida, estudiante universitario despreocupado y de familia bien, se ve repentinamente truncada por una cadena de infortunios que lo arrastran, progresivamente, a la soledad y el resentimiento, preludio de un inevitable estallido de ira y violencia. Daniel Gimelberg dirige este drama seco y realista sin piruetas visuales o argumentales, rodando con académica claridad y pulcritud una especie de diario íntimo de quien se ha visto, por sorpresa, cayendo en el abismo de la miseria.
Giramos ahora la cabeza hacia la selección internacional que ofrecía el Atlántida: la Sección Atlas. Destacan entre los films aún sin reseñar la australiana Toomelah y las británicas Unmade Beds y Submarine, ésta última clausurando el festival. La primera, Toomelah, se adentra en el día a día de un pueblo de la Australia interior más bien marginal y marcado por el estigma de la miseria donde viven varias familias de una comunidad indígena. Ivan Sen describe con agudeza –al igual que Justin Kurzel en la reciente producción australiana Snowtown– la impotencia y consecuente desidia de la comunidad frente a un panorama tan yermo como los paisajes de Toomelah, antaño fértiles y ahora domesticados, sometidos. La historia no es quizás, demasiado original –recuerda  a Ciudad de Dios y sucedáneos–, pero sí lo es su contexto, poco menos que inédito en nuestras salas y por ello sugestivo e importante.


Un discurso parecido al de Toomelah lo suscribe, en cierto modo, Ulrich Köhler, galardonado en la Berlinale por Sleeping Sickness. La trama del film se desarrolla, en este caso, en Camerún, y como en la australiana predomina un tono desesperanzado, fruto delos continuos baños de realidad que azotan todo aquél que no se conforma, nadando a contracorriente hasta desistir, fatigado. La de Köhler es una película extraña, reflejo de un desencanto parecido al que Claire Denis demostraba en Una mujer en África (ambos directores pasaron parte de su infancia allí), y aunque ni la de Köhler ni la de Denis acaban de encontrar un lenguaje demasiado seductor, ambas resultan instructivas por su marco histórico y su situación geográfica.

Y cerramos también la Sección Atlas con dos películas semblantes que me remiten a la reseña de The Myth of the American Sleepover, que escribí en el primer artículo de las Crónicas. Efectivamente, el cine indie es demasiado reincidente con según qué tics y tendencias, especialmente en el diseño de personajes y su comportamiento. Todos y cada uno de los gurús del género son orgullosos progenitores de una legión de freaks de ficción con tendencias casi unánimes: emocionalmente inestables, profundamente inseguros e incomprendidos por su inteligencia por encima de la media. Da la sensación que directores y guionistas sienten un miedo irracional hacia los estereotipos a la vez que una grata autocomplacencia con estos personajes, retratos retorcidos de comportamientos forzadamente anormales que estropean diálogos y escenas por puro ego. Pasa aquí con Unmade Beds y también con Submarine, sugerentes propuestas con protagonistas raritos que si bien cuentan con interesantes premisas e historias, se ven a menudo lastradas por el empeño de sus realizadores en los caracteres y reacciones ilógicas. Unmade Beds, dirigida por el argentino Alexis Dos Santos, relata las historias paralelas dos de jóvenes extranjeros en Londres, un chico español y una chica francesa, y aunque la trama principal sigue al chico (Fernando Tielve), que busca en Londres a su padre desaparecido, lo más interesante del film es la historia secundaria, romance juvenil tierno y sabiamente rodado que no teme a los tópicos y tampoco cae en ellos. En cuanto a Submarine, pasa algo parecido. Cuando su director, Richard Ayoade, se decide por contar su película desde una óptica simple, sin ínfulas extravagantes ni rodeos innecesarios, la película se hace agradecida de ver. Al fin y al cabo, lo que relata el film es el primer amor, y para ello, por mucho que se base en una novela, no es necesario andarse por según qué ramas. Más allá del argumento, que con todo tiene varios momentos brillantes –la furgoneta de lucecillas, la cena de Navidad con nervios a flor de piel…–, cabe decir que la obra de Ayoade es sólida técnicamente, con una bella fotografía y uso de las luces y una agradable banda sonora, y cuenta con un excelente reparto que le viene como anillo al dedo. La mirada anonadada de Craig Roberts y la expresión traviesa de Yasmin Paige encajan a la perfección en esta ácida comedia adolescente con la que el Atlántida Film Fest cerraba sus puertas, hasta al próximo año.

Premios y despedida

Y nosotros nos despedimos también de este festival, no sin antes citar los films premiados y hacer un minúsculo balance de lo que ha dado de sí esta segunda edición de uno de los festivales online más potentes del mundo. A título personal, y escogiendo una película de cada sección, me quedaría con Lucía en la Oficial, por su valentía, técnica y sutileza, y con The Green Wave en Atlas, no por sus valores cinematográficos, más bien mediocres, más por su suma importancia e interés. Sea como sea, el jurado y el público ya han deliberado, así que estas son las películas que podremos ver pronto exhibidas en nuestras salas y editadas en DVD: Zona Sur, de Juan Carlos Valdivia, ganadora de los premios del Jurado a la Mejor Película y Mejor Director, por su «extraordinaria audacia visual, su apuesta por el melodrama más clásico y por la elaborada recreación de un conflicto de clases evidentemente actual». La Roca, de Raúl Santos, Mención Especial del Jurado, y Un mundo cuadrado, de Álvaro Begines, ganadora del Premio del Público.

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