9 de jul. 2012

Crítica a Un lugar donde quedarse

[Publicada a Tu peli (11/05/2012)]

Puntuació: 

Un hilo de voz quebradiza sale a duras penas de la boca de Cheyenne, estrella del rock penosamente envejecida que con faz pálida y gestos cansinos merodea erráticamente por su palacete señorial. Con pelos y maquillaje a lo The Cure y una discutible virilidad, el exlíder de cualquier grupo famoso disfruta de una vida lujosa y plácida pero falta de estímulos que trasciendan lo más banal. Ante esta situación, Paolo Sorrentino ofrece a su personaje poco menos que una lista de tareas que Cheyenne –un Sean Penn espléndido–, cual Sim atareado, se toma al pie de la letra y sigue sin rechistar, en la búsqueda de motivaciones que colmen su existencia.

Así es que el excéntrico epicentro del personaje, su poco humilde morada, su apática cotidianeidad, quedan aparcadas de buen principio en favor de una andadura por las más variadas ramas de un árbol llamado vida real que el tal Chayenne hacía tiempo que había perdido de vista. El Penn más raruno que hayamos visto es protagonista, con esto, de una road movie freak graciosa en ocasiones, grave en otras, y absurda y hasta moralista en algunas más. Las aventuras de esta estrella crepuscular son tan dispersas como irregulares, llenas de grandes detalles pero también de brechas y trampas argumentales que quedan injustificadamente abiertas. Niños con hidrofobia, vaqueros amigos del rifle, brokers apegados a su todoterreno y abuelas neonazis se topan uno a uno con el protagonista, que lo afronta con su característica inestabilidad emocional dejando cabos sueltos allí donde pisa.

Y es que quizás el mayor problema del film es su pretensión de abarcar demasiado; la pared maestra Chayenne no es razón suficiente para obviar la falta de solidez del conjunto, quedando difuso cualquier mensaje que Sorrentino pretendiese transmitir, difuminado como el colorete de Penn. Hasta el final uno se pregunta qué es lo que está viendo, no por confuso ni por abstracto, más por disperso y ambiguo. Un lugar donde quedarse es un viaje con demasiadas paradas, que no sólo distraen la atención del público, también disuelven su principal trama y su final presuntamente conmovedor.

Todo ello no quita, sin embargo, la genialidad de alguna de esas paradas y la rotunda fotogenia de algunas otras. Y ahí está la clave; lo pintoresco y extravagante de Cheyenne da tanto juego que acaba sometido a un argumento resentido por su eclecticismo, y con ello malgastado. Aquí sí, menos es más: el personaje que encarna Penn requiere de menos para poder brillar más, tan sólo un lugar donde quedarse y poder explayarse sin tanto obstáculo esperando a la vuelta de la esquina. Con todo, esta producción italiana funciona mejor como retrato de lo decadente que como película de aventuras –que además recuerda a cierto capítulo de los Simpsons en el que Krusty busca conciliarse con su padre judío…–, excesiva por su constante horror vacui.

Lo mejor: Sean Penn y su expresión y voz frágiles.

Lo peor: la sobredosis de capítulos y subtramas.

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