24 de maig 2013

Sitges, día 10: Viajeros del tiempo, mafiosos varios, orgullosos outsiders y premios, muchos premios

[Publicat a TuPeli (10/2012)]

Se adivinaba un grandísimo último día de festival en Sitges, con una programación que olía unánimemente bien y en la que no faltaba ni el más destacado cine yanqui de ciencia ficción e indie, ni algunas muestras más del cine asiático más potente, ni varias de las más celebradas producciones que habían pasado este año por festivales como Canes o San Sebastián. Ningún ingrediente faltaba en esta traca final que empezaba tempranito con Looper, lo último de un Rian Johnson (Brick, 2005) que escribe y dirige y cuenta, en esta ocasión, con un reparto de lujo. Bruce Willis, Joseph Gordon-Levitt y Emily Blunt protagonizan esta cinta de ciencia-ficción sobre viajes en el tiempo, futuros y post-futuros, que aúna tics del cine más independiente con aires de superproducción y puro cine-espectáculo. No se trata, sin embargo, de una película de enormes dimensiones; Johnson prefiere localizaciones concretas, escenarios pequeños y una historia con pocos elementos a embarcarse en una odisea de grandilocuencia desbocada, efectos especiales a punta pala y horror vacui en general. Se agradece esa concreción aunque en ocasiones se echa en falta algo más de ambición con según qué elementos de la trama que tienen un enorme potencial quizás poco aprovechado. Ello no es un problema, en todo caso, para disfrutar de Looper, relato repleto de referencias más o menos obvias –desde Blade Runner hasta Akira–, de cuidada estética y alma de artesano, que se erige como una de las producciones de género más destacadas del año.

Acababa de dar la última palmada de mi aplauso para salir dirección cola, y volver a entrar, justo después, en una suerte de acto sexual en slow motion en el que cada nueva penetración a la sala es una experiencia distinta, no necesariamente satisfactoria. La primera lo había sido y quizás por eso entraba por segunda vez con más reservas para ver un thriller coreano de ladrones de guante blanco con ínfulas cool y la molesta pátina blanca de la no violencia. Digo eso porque la violencia en el cine coreano suele ser un factor importante, estilística, física y argumentalmente, y la falta de ella puede ser un hándicap en según qué casos. Iba a pesar de todo dispuesto a pasármelo bien con The Thieves, pensando en una Ocean’s con rasgos asiáticos, y no me equivocaba. Choi Dong-hun –quien presentaba la película– dirige al estilo Soderbergh una obra con el giro argumental como principal razón de ser que pretende ser el colmo del jolgorio pero que acaba resultando aburrida por reiterativa e inacabable. No es tanto un problema de metraje como de su insistencia en no bajar el telón. Hasta tres veces parecería que se termina la función pero no, siguen los fuegos artificiales que ya hemos visto una y otra vez y sigue la tópica carrera a ver quién es el más astuto de la manada. Así pues, lo distraído acaba siendo al fin tedioso en la que, por otro lado, ha sido la película surcoreana más taquillera de la historia del país asiático, con 13 millones de espectadores.


Seguíamos así con nuestra última cruzada por Sitges 2012, sin movernos del continente asiático, para ver lo nuevo del glorificado Takeshi Kitano, director des de mi punto de vista irregular que es capaz de regalarnos joyas como El verano de Kikujiro (1999) o inefables cursiladas a lo Dolls (2002), y que vuelve con Outrage Beyond, segunda parte de Outrage (2010), al cine negro de mafia y yakuzas. Kitano apuesta aquí, como en la primer entrega, por fortalecer al máximo el guión, hacerlo protagonista por encima de la acción y crear una compleja trama de clanes yakuzas, traiciones, alianzas y demás embrollos. El resultado es notable, interesante aunque algo falto de ritmo –o quizás soy yo y mi sobredosis fílmica– pero en cualquier caso sólido en su conjunto.


Nada que ver tenía la siguiente entrega del día, Beasts of Southern Wild, extraña película que nos llegaba con una inmejorable carta de presentación –triunfó en Sundance, alabada por la crítica y premiada por el jurado, y todo hacia ella eran elogios– y que ponía la primera guinda a la enorme, rellenísima tarta llamada Sitges. Destaca, primero de todo, que Beasts of Southern Wild es una ópera prima con mucha personalidad. Ni los personajes principales, ni los escenarios, ni los elementos fantásticos entran en ningún esquema de cine habitual. Todo en la película de Benh Zeitlin huele a joven y a fresco, sobretodo su protagonista, la pequeña Quvenzhané Wallis, virtuosa del naturalismo interpretativo que agarra las riendas del film con asombrosa seguridad. Pasa, sin embargo, por la rareza del film y por lo áspero de sus protagonistas, que cuesta sintonizar con lo que el director cuenta, algo parecido a lo que pasaba la primera vez que veíamos Delicatessen (1991), ópera prima del ahora célebre Jean-Pierre Jeunet. Por ello mismo, como en el caso del francés, Zeitlin tiene todos los papeles de convertirse, a una o dos películas vista, en un destacado cineasta de la nueva hornada.

Acabaría mi tour de force de cine en Sitges 2012 con una potente sesión sorpresa que habitualmente deleita –el año pasado fue el turno de la excelente Killer Joe, de William Friedkin– y de la que se apropiaba este año uno de mis directores predilectos, el estrafalario Harmony Korine. Expectativas altas para ver lo nuevo del director norteamericano a pesar de las malas críticas que había recibido en Canes por parte de Boyero y demás, algo por otro lado habitual. Korine se presenta en esta ocasión, y por primera vez, con algunas estrellas bajo el brazo sumisas a su peculiar parecer para desarrollar una trama basada en las vacaciones primaverales de las que gozan los jóvenes estudiantes americanos, aprovechando para el desfase y disfrute del despelote generalizado. Lo mil veces visto y escrito es en esta ocasión un viaje sensorial, mero pretexto para proyectar colorido y psicodelia, belleza en el desenfreno y poesía visual de la futilidad. No se preocupa en absoluto Korine de la trama; ésta se desarrolla al servicio de la imaginería visual de su director, que hipnotiza como nadie a base de electrónica y colores saturados, fosforitos y un guión fumado, de ritmo deliberadamente marihuano, atolondrado pero mordaz, que deja estampas como siempre memorables. Cúspides como el momento Britney Spears, personajes como el de James Franco hecho el gangsta más kitsch de la historia del cine son tan propios de Korine como susceptibles a convertirse en cultos instantáneos.


Lo único que acusa Spring Breakers, y que lo hacía aún más su anterior obra, Trash Humpers (2009), es el desinterés de su director por los tempos, a los que obvia en demasía dejando al film sin ritmo alguno, al amparo de sus otros atributos. Muy potente, en todo caso, lo nuevo de Korine, que fue recibido con abucheos y griterío en una sala a rebosar para después ser admirado vía Twitter por buena parte de la crítica y los asiduos al festival, incluido el director, Àngel Sala, que la colocó, ni más ni menos, en la primera posición de sus películas favoritas de este año en Sitges.

Con esto, ya solamente nos queda comentar por encima un palmarés que premió, esta vez sí, al film más aclamado de la sección oficial, además del más vanguardista y glamuroso, Holy Motors. La película de Léos Carax, con Denis Lavant, Eva Mendes y Kylie Minogue, que tan dispar acogida recibió en Canes, fue aquí estimado desde el principio por público y crítica y ya se preveía su presencia entre los principales premios. Nada que objetar sobre el merecimiento del galardón; Carax construye en Holy Motors una galaxia con diferentes planetas y todos ellos tienen interés. Así, la producción gala se hizo con el premio a Mejor película y Mejor director, mientras que a Chained, de Jennifer Lynch, se la galardonó con el Premio especial del Jurado y el de Mejor actor (Vincent d’Onofrio). El principal palmarés lo completaban la aclamada película británica Sightseers (Ben Wheatley, 2012) a Mejor actriz (Alice Lowe) y Mejor guión (Amy Jump, Alice Lowe, Steve Oram), Headshot (Pen-Ek Ratanaruang) a Mejor fotografía, The Viral Factor (Dante Lam) a Mejores efectos visuales, y Robot & Frank (Jake Schreier) obtuvo el Premio del público.
El resto del extensísimo palmarés de Sitges lo detallamos a continuación.

Premios de la Crítica:
- Premio José Luis Guarner: Holy Motors (Léos Carax)
- Mención especial del Jurado de la Crítica: Berberian Sound Studio (Peter Strickland)
- Premio Citizen Kane al mejor director novel: Brandon Cronenberg (Antiviral)

Premios de la Sección Noves Visions:
- Premio Noves Visions: Rebelle (Kim Nguyen)
- Premio No Ficción: Me @ the Zoo (Chris Moukarbel, Valerie Veatch)
- Premio Pequeño Formato: Crazy & Thief (Cory McAbee)

Premios de la Sección Casa Asia – Anima’t:
- Premio a la Mejor película: Dragon (Wu Xia) (Peter Ho-sun Chan)
- Premio a la Mejor película de animación: Okami kodomo no ame to yuki (Wolf Children) (Mamoru Hosoda)
- Premio al Mejor cortometraje de animación: Fuga (Juan Antonio Espigares)

Premios Méliès d’Argent:
- Premio al Mejor largometraje de la Sección Oficial Europeo Fantàstic a competición: Holy Motors (Léos Carax)
- Premio al Mejor cortometraje de la Sección Oficial Europeo Fantàstic a competición: Eat (Moritz Krämer)
- Premio al Mejor largometraje de la Sección Oficial Fantàstic Panorama a competición: Tower Block (James Nunn, Ronnie Thompson)
- Premio al Mejor cortometraje de la Sección Oficial Fantàstic Panorama a competición: Elefante (Pabl

Premios Brigadoon – Paul Naschy:
- Premio al Mejor cortometraje Brigadoon: Zona de caza (Jordi O. Romero)
- Mención especial del Jurado: La Cruz (Alberto Evangelio)

Premios Carnet Jove:
- Premio a la Mejor película Sección Oficial Fantàstic a Competición: Antiviral (Brandon Cronenberg)
- Premio a la Mejor película Sección Midnight X-Treme: Stitches (Conor McMahon)

Premios SGAE – Nova Autoria:
- Premio a la Mejor dirección: Carles Harillo Magnet (El mal menor)
- Premio al Mejor guión: Carles Harillo Magnet (El mal menor)
- Premio a la Mejor música original: Gonzalo Perales (Big Red Sour Apple)
- Menciones especiales: Stephan Hofmann (El crimen desorganizado), Javier Sanz y Gisela Remolins (Desvísteme), Fran Ramírez (1H92).

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